Jello Biafra: el punk y la palabra
Víctor García Zapata
Cuando los actuales miembros de la histórica banda de punk, Dead Kennedys, decidieron visitar nuestro país para participar junto con los Misfits en una épica tocada en el Centro Rayo de Tlahuac, Distrito Federal, aquel frió 31 de enero de 2004, seguramente no esperaban que los punks mexicanos les reclamaran con tanto fervor la traición que años atrás le propinaron al vocalista e ideólogo original de la banda Jello Biafra, quien salio del grupo cuando los otros tres miembros cedieron los derechos de la canción Holiday Cambodia a la compañía de pantoles Levis. Los reclamos fueron tan airados que incluyeron portazos, botellazos, toma del escenario y suspensión del concierto.
Hoy, mientras sus ex compañeros reciben ofensas donde quiera que van, Biafra recorre Estados Unidos con un show de rap – spoken word, en el que ya ha compartido escenario ni más ni menos que con el lingüista radical Noam Chomsky y con el historiador Howard Zinn pues así como aquel día demostró serlo en México, Biafra es una leyenda de la lucha por la igualdad y la libertad de expresión reconocido por punks de todo el globo y que no solo perturba la conciencia de sus ex compañeros de grupo si no la de los políticos y medios de comunicación de Estados Unidos.
Aunque la configuración de su personalidad es patológicamente alternativa, lo cierto es que Biafra no puede catalogarse como un personaje subterraneo pues es ampliamente conocido por su actividad musical pero también por su activismo político, sus disputas legales, su creación literaria, sus experiencias como actor, entre otras tantas cosas que lo convierten en un sujeto hiper activo y plenamente reivindicable.
Nació en 1958 en Boulder, Colorado. De sus padres, ambos trabajadores sociales, retomó el interés por la justicia social. Se mudó a San Francisco de donde obtuvo la acidez de los beats y el ímpetu pacifista del movimiento hippie, estudió actuación en la Universidad de Santa Cruz (el pequeño Berkeley) de donde sacó una peculiar capacidad histriónica. En 1978 formó los “Kennedy Muerto” grupo que revolucionó la escena como solo alguien de San Francisco podía hacerlo: combinando la velocidad y visceralidad del punk de Los Ángeles con la intelectualidad del punk neo yorkino, influenciados sobre todo por los Ramones, Wire, Middle Class, Black Flag y Minor Treta. Aceleraron las melodías y contribuyeron a la creación de lo que ahora se conoce como hard core.
Con los “Kennedys” dedicó buena parte del tiempo a acosar cuanta convención demócrata o republicana tenia lugar, pero también a desafiar la capacidad de censura de los conservadores. En 1985 grabaron “Frankeschrist” e incluyeron en el interior un dibujo del prestigioso H.R. Giger: Penis Landscape (El paisaje del pene). En 1986 Jello Biafra y otras cuatro personas fueron acusadas del cargo de "distribución de material obsceno para menores". Fueron sentenciados a un año de prisión y u$s 2000 de multa. El caso tuvo relevancia nacional y artistas de la talla de Frank Zappa y Crass apoyaron públicamente a Biafra y compañía.
La banda se disolvió en 1986 dejando un importante legado de experimentación guitarrera, letras llenas de ironía antisistemica y presencia escénica solo comparable con la del Iggy Pop de aquella época. Grabaron 6 discos, sus mayores éxitos fueron los sencillos “California Uber Alles” y la mercantilizada “Holiday Cambodia”.
Desde entonces, la actividad creativa de Biafra ha sido vertiginosa en varios ámbitos. De 1980 a la fecha, por ejemplo, ha dirigido la disquera Alternative Tentacles que es ya una referencia sólida y consagrada de producción independiente. Musicalmente ha experimentado lo mismo estridencias como la del Grupo Lard que formó con el Al Jurgensen de Ministry, que discos campiranos como el estupendo “Prairie home invasión” que grabó en 1994 en colaboración con el músico de country Mojo Nixon. También ha participado en discos de Sepultura, The Melvins, The Offspring, entre otros.
Pero, indudablemente, su orientación artística se ha definido claramente por “la palabra hablada”. Con este estilo ha grabado 8 discos, siendo el ultimo el de “In the grip of the oficial treason” de 2006 que justifica la actual gira. Se trata de un álbum triple en el que Biafra parece haber alcanzado la madures en la interpretación de un genero desconocido en sus primeros años de carrera. La revista Nerve lo calificó como “el principal disco de spoken word desde la muerte de Bill Hicks” y la Uncut como “el grito esplendoroso de quien quiere sus país de vuelta”.
En todo caso lo importante de un disco y una gira más de Biafra es que continúa buscando formas no convencionales de hacer política y encontrarse con la gente. Siempre sus formas han sido poco ortodoxas, nomás basta recordar su campaña electoral de 1979 para la alcaldía de San Francisco en la que, auspiciado por el Partido Verde de Ralph Nader obtuvo el nada despreciable cuarto lugar: “Se trataba, dijo, de ridiculizar la campaña del alcalde de entonces, otro demócrata de derechas. Algunas partes del programa tenían perfecto sentido, sigo creyendo que a los policías los debería elegir la gente del distrito donde van a trabajar. Así se puede evitar que maten a tantos chavales negros. Legalizar la ocupación también es una buena idea. Sin embargo, los medios comerciales estadounidenses se fijaron más en otras propuestas, como la que propugnaba una ley que obligara a los hombres de negocios y a los banqueros a vestir trajes de payaso”[1].
Organizó la gira del festival Rock against Reagan, fue orador principal en una de las manifestaciones contra la Organización Mundial de Comercio en Sattle en 1999, promovió apoyos a las organizaciones de activistas que con trabajo y donaciones suplieron la falta de ayuda gubernamental a Nuevo Orleáns tras el huracán Katrina, ha participado en más de 14 documentales, entre otras muchas acciones como militante activo del Partido Verde.
Sus aportaciones musicales y la continuidad de sus activismo lo han convertido en referencia para muchos Buzz Osborne de los garageros The Melvins resumió todo diciendo: “Creo que la industria de la música en general tiene una deuda muy grande con Jello Biafra, una deuda que no muchos estamos dispuestos a pagar porque el es el principal defensor de la libertad de expresión de los últimos 50 años”.
[1] http://www.nodo50.org/tortuga/article.php3?id_article=3790