lunes, 6 de octubre de 2008

James en México: El nuevo reto de las florecillas multicolores.



Víctor García Zapata
Milenio Diario, 6 de octubre de 2008






A Mina L:
"In love, in fear,in hate,in tears,
sit down next to me".



La historia volvió a comenzar en febrero de 2007. Por aquellas fechas Tim Booth anunció en un emotivo manuscrito digitalizado que los James volverían a reunirse en los escenarios después de poco más de 7 años de ausencia. Los boletos para 7 presentaciones en 5 ciudades inglesas se agotaron en tiempo record y Booth y compañía levantaron inconmensurables expectativas en los vastos circuitos del pop inglés.

Un año después presentaron el nuevo álbum “Hey ma” y se lanzaron a la carretera no solo para terminar de reconquistar lo abandonado a principios de siglo sí no para atreverse a pisar territorios inexplorados, como el nuestro, donde muchos pensamos que jamás veríamos en vivo a los que no pocas veces musicalizaron nuestras pistas y marcaron el tiempo al estrobo. Felizmente esperamos hoy a que los próximos 7 y 8 de octubre nos cumplan el capricho de verlos en D.F. y Guadalajara, respectivamente.

Las expectativas puestas en su regreso no son de a gratis. No solo porque se reunieron los 7 miembros originales de la banda, si no porque a la distancia de sus años mozos, allá en los 90, James es revalorado por propios y extraños como uno de lo grupos “pop” con mejor hechura musical y con más capacidad para representar la realidad emocional de quienes sin caer en lo trágico del “dark” o en la agresividad “punk”, sufrieron la decadencia moral, política y económica del régimen de la dama de hierro.

Y es que, surgidos en 1981, los “Jaimes” son uno de los principales productos del prolífico matrimonio entre el post punk encarnado por los Smiths y Joy Division y el dance propio de una ciudad post industrial en donde los jóvenes sustituyeron el sonido de las maquinas paradas por culpa de la recesión económica con ruidos sintetizados. De ahí surgieron decenas de grupos que acapararon cuanto club abrió puertas, no solo en Inglaterra si no también en Estados Unidos: Stones Roses, Inspiral Carpets, Happy Mondays y, los padres de todos ellos, New Order.

De ambientes discotequeros, guitarreros, desgarbados, funkies, acidos y poperos, todas juntas conformaron el sonido Madchester (Mad = loco) que aunque no se trató de un movimiento de protesta si fue el encargado de dar voz a miles de jóvenes que no estaban de acuerdo con las medidas neoliberales de Margaret Thatcher, quien además de apoyar a Ronald Reagan en la guerra fría, se caracterizó por cerrar muchos de los espacios de esparcimiento juvenil. Por ello, las “Manchester parties” se difundían solo de boca en boca en boca y rudimentariamente construyeron uno de los más sofisticados y esplendorosos momentos de la historia de rock pop alternativo.

Papel fundamental en todo esto jugaron tanto la disquera Factory records como el club Fac 51 The Hacienda (1982 – 1997), auspiciado, entre otros, por los miembros de New Order. Constituyeron la infraestructura necesaria para permitir el desarrollo profesional del movimiento. En la Factory, James grabó sus primeros discos y en The Hacienda hizo sus primeras presentaciones. El Club merece una nota aparte pero basta decir, por ahora, que se trató del sitio seminal de la tradición de Ibiza y de los Raves, pues fue ahí donde varios de los Djs, como los Ministry of sound, se volvieron protagonistas a partir de trascender el papel de animadores y comenzaron a basar su repertorio en creativas deconstrucciones de la música indie. Lamentablemente fue cerrado en 1997 y demolido 3 años después.

En medio de todo esto la relevancia de James fue relativamente poca comparada con sus camaradas de genero, pero el tiempo no solo fue añejando sus calidad si no que más temprano que tarde, cuando todos los demás hubieron cedido en su trayectoria, se posicionaron como los sobrevivientes capaces de continuar con la tradición a costa de entremezclar los elementos dance y acid house con buenas dosis de folk, ambient y rock pop.

Recién salidos del horno Morrysey los escogió en 1983 como teloneros de los Smiths y poco después, embriagado de su adictivo ritmo “baggy” gritó a los cuatro vientos que se trataba del mejor grupo del mundo: Exageró, claro está, pero no deja de ser aquella exclamación una muestra representativa de la capacidad de James para ejercer como grupo de culto.

A partir de entonces han grabado 9 discos tan engañosamente comerciales como las florecillas multicolores casiwarholianas que desde hace ya vario años eligieron como imagen corporativa, pues si bien bailable y melodiosa, la esencia de los James tiene mucho de dramatismo introspectivo gracias a la profundidad e histrionismo de Tim Booth, y a los sofisticados y equilibrados arreglos a base de guitarreos atmosféricos (Larry Gott), baterías sencillas (David Byton Power) y recursos de acompañamiento como violín (Saul Davis) y trompeta (Andy Diagram).

La misma complejidad se encuentra en las letras. Lo mismo introspectivas que espirituales que antibélicas que de angustia amorosa, entre otras disposiciones emocionales socavadas por la frialdad capitalista, demuestran en conjunto que fue con plena conciencia que decidieron hacerse tocayos del escritor irlandés James Joyce (1882 – 1941).

Las influencias oscuro – poéticas de otros de sus ídolos, como Leornard Cohen, John Cale, Lou Reed, Patti Smith y la Doris Lessing de antaño, son casi palpables en algunos sus principales hits como “Born of frustration” (1993) o “She`s a star” (1997). Mientras que su adhesión al “baggy” (movimiento juvenil asociado al sonido Manchester) se confirma con solo escuchar la rola favorita de los fans: “Sit Down” (1990), una divertida pieza a ritmos de acid house, con batería funky y una esencia rockera que hace posible el coro repetitivo con el que el reverendo Booth le pide a todos los descorazonados que se sienten junto a el: “los que sienten el aire de tristeza, los que está tocados por la locura y aquellos que se sienten ridículos, vengan a sentarse junto a mi”.

Pero el componente que cierra el circulo necesario para entender a James lo constituye su apareamiento con el padre de la música ambient y creador de Roxy music, Brian Eno. Bajo su producción alcanzaron el clímax creativo a costa de explorar sus capacidades atmosféricas y minimalistas plasmadas en el magnifico álbum “Laid”, que incluye la representativa “say something” y de cuyas sesiones de grabación surgió una colección de improvisaciones estilizadas con intermitentes ruidos electrónicos, experimentaciones vocales tipo “heavenly voices” y otras gracias etéreas. La llamaron “Wah Wah”, fue edición limitada y es hoy una de las joyas más codiciadas del “Manchester sound”. Después de aquella experiencia Brian Eno, con más fundamentos que Morrisey, se refirió a ellos como “descubridores de un lugar musical ubicado entre lo excéntrico, lo romántico, lo disparatado, lo tierno y lo extasiante… cuando los escuchas te encuentras pensado que nunca has escuchado nada parecido pero que provocan mucha emotividad”.

Dos discos de estudio (Millionaires (1999) y Pleased to meet you (2001) y un relevante “grandes éxitos” (1998) después, vino la separación que dio posibilidad a la posterior reunión. En ese marco, grabar “Hey ma” fue, de alguna manera, asumir el riesgo de demostrar que su regreso no apela al éxito fácil de la nostalgia si no también al aprovechamiento de la experiencia para insertarse en los nuevos circuitos y proponer futuros alternativos. Los saldos de la aventura están aun por verse, pero por ahora, vale decir que el nuevo disco suena mas sobrio que melódico, más sentimental que festivo y más reflexivo que alegre, aunque nunca tan lúgubre como “laid”. Refleja que los veteranos “Jaimes” han sabido nutrirse de nuevas propuestas tipo Arcade Fire o Doves, y suena lo suficientemente elegante como para posicionarlos como la conciencia moral de muchos nuevos grupos de Brit pop.

Acostumbrados a la exploración musical y a la trascendencia epocál, es seguro que James tendrá mucho que aportar al meloso pop que domina la actualidad, de cualquier manera, porque negarlo, el simple hecho de aturdirnos con su hits noventeros será, ya de por sí, una experiencia inesperada que mucho hay que disfrutar y agradecer