lunes, 15 de enero de 2007

Recuperar las experiencias: reagrupar a los movimientos

Víctor García Zapata
Rebelión.org

15-01-07




Con el inicio del nuevo año y del segundo gobierno panista, puede iniciar también una nueva etapa de las fuerzas progresistas de nuestro país.

La perspectiva frente a un nuevo gobierno proveniente de la derecha, que con la represión al movimiento popular de Oaxaca ha comenzado a dar muestras de lo que será su relación con los Movimientos Sociales, urge a todos y a todas a echar a andar la imaginación, la creatividad y la responsabilidad para dar continuidad a la organización popular.

El periodo electoral mostró el profundo deterioro de la clase política dominante de nuestro país:

La campaña electoral se caracterizó por la supremacía del spot televisivo, las descalificaciones fueron el eje central de los discursos proselitistas, los compromisos ideológicos estuvieron ausentes igual que las propuestas claras, viables y de transformación profunda de las instituciones y, entre otros rasgos, abundó la mutación de cuadros dirigentes que pasaron de un partido a otro por razones evidentemente más pragmáticas que éticas.

Las autoridades electorales echaron por la borda lo ganado y, junto con las irregularidades con las que actuó el Gobierno Federal y el comportamiento poco democrático de todos los partidos que no dejaron de utilizar los recursos públicos que cada uno tuvo a su disposición para movilizar clientelar y corporativamente, fueron incapaces de dar a los ciudadanos certeza sobre el resultado de la elección, debilitando al IFE y a las instituciones frente a la percepción ciudadana, pero sobre todo a quien a partir del 1 de diciembre ejerce el Poder Ejecutivo.

Y la lucha postelectoral, ejercida en su mayoría por miles con afán de justicia y convicción de lucha frente a los agravios del neoliberalismo y los regimenes anti democráticos que lo han llevado a cabo, fue, sin embargo, dirigida con base en promesas grandilocuentes cuya imposibilidad de ser cumplidas, e incluso la percepción de que algunas fueron negociadas “tras bandera”, aumentaron la frustración y la impotencia de muchos. Más que promover la cohesión de un amplio movimiento de izquierda, la lucha de AMLO impuso códigos de relación dirigente - movimiento que no promovieron – al menos hasta ahora- la organización popular y la acumulación de fuerzas, si no la permanente obediencia de las masas al líder.

La dirección que AMLO dio a las movilizaciones más grandes de la historia del país incluyendo la CND, constituye una estrategia política basada en no proponer ningún tipo de organicidad que arriesgue su liderazgo, e ir conformando la fuerza incondicional que lo mantenga como dirigente, así tal cual, con sus planteamientos programáticos tan indefinidos como hasta ahora y sin la necesidad de convocar a estructuras democráticas de discusión y toma de decisiones.

Ante estas evidencias del pasado reciente, y los riesgos que se desprenden de ellas, resulta indispensable plantearse el urgente reagrupamiento de los movimientos sociales en espacios de convergencia que los fortalezcan como actores fundamentales de la lucha por la transformación del país, sobre las bases de nuevas formas de hacer política.

El primer fin de semana de Febrero se realizaran tanto la conclusión del segundo Congreso de la Promotora por la Unidad Nacional Contra el Neoliberalismo como la cuarta sesión del Dialogo Nacional. Ahí, entre otras cosas, se discutirá el camino hacia la construcción de la Organización de Organizaciones aprobada en el Segundo Dialogo Nacional, como una forma de dar estructura y organicidad a las organizaciones sociales, civiles, populares, convergentes en dichos procesos.

Aunque la Organización de Organizaciones puede ser la forma de llevar a cabo el reagrupamiento de las fuerzas populares, lo cierto es que tras el periodo de movilizaciones en el marco de la Resistencia Civil Pacífica, hoy resulta necesario impulsar el reencuentro que construya las condiciones optimas de consenso entre los grupos y organizaciones para dar el salto cualitativo que implica un nivel mayor de articulación.

En ese sentido puede ser útil recuperar la experiencia de de la Promotora por la Unidad Nacional Contra el Neoliberalismo y del Dialogo Nacional.

Hoy, más que nunca, se requiere de un proceso que, como lo establece la primera Declaración Publica de la Promotora por la Unidad Nacional Contra el Neoliberalismo, emitida a finales de 2002, se proponga “La coordinación de todas las luchas para hacer posible otra correlación de fuerzas. Una correlación favorable que nos permita derrotar al neoliberalismo, avanzar en la construcción de una alternativa popular como nuevo Proyecto de Nación y fortalecer la solidaridad con los pueblos de América Latina y el mundo hacia la creación de nuevas relaciones sociales en el marco de un Nuevo Orden Mundial justo”… “Este proceso se construirá a partir del dialogo entre iguales, basado en una cultura de respeto a la identidad y a la autonomía de cada individuo y organización, en el reconocimiento mutuo de la diversidad que somos, en una lógica incluyente que permita la convergencia, la identificación de las coincidencias y la construcción de acuerdos por consenso, anteponiendo el interés común a diferencias de carácter ideológico o de orden táctico”.

Así mismo, se requiere de un espacio que configure su identidad a partir de la construcción programática, retomando la experiencia del Programa Mínimo no Negociable y profundizando la discusión del Proyecto de Nación Alternativo al Neoliberalismo, tomando en cuenta los avances alcanzados en los tres Diálogos Nacionales hasta ahora realizados. En la medida de lo posible habría que considerar que el programa común no puede ser más la síntesis de la tolerancia mutua entre las distintas fuerzas, si no, más bien, el proceso en el que cada quien entiende, asume e impulsa las demandas de los otros.

La independencia con respecto al PRD y a la CND, es un aspecto importante para recuperarse y recalcarse. Resulta necesario construir un espacio organizativo con identidad y estructuras propias, autónomas tanto de cualquier partido político como de las estrategias de López Obrador. Esto, por supuesto, sin excluir la posibilidad de coincidir en algunas demandas y consecuentemente en algunas movilizaciones.

Pero, mantener la posibilidad de unidad en la acción de manera coyuntural con el PRD, con AMLO, con algunas dirigencias sindicales u otros actores sociales y políticos, no puede volver a significar diluir los esfuerzos de construcción, ni mucho menos cejar en los intentos de generar una nueva practica política a partir de apegarla a los principios de la ética, la solidaridad, el respeto a las diferencias, la dignidad del individuo, la justicia social, la paz, y el permanente combate al triangulo de racismo, despojo y explotación descrito por Adolfo Gilly como las condiciones fatales a las que ha estado sometida la historia de América Latina.

En ese sentido, tienen que considerarse los esfuerzos del EZLN y La Otra Campaña por cohesionar a partir de la reconstrucción de las formas de hacer política. Si bien algunas fuerzas han expresado diferencias validas con el proceder del Sub Comandante Marcos y de otras organizaciones que participan en la iniciativa desprendida de la VI Declaración de La Selva Lacandona, (sobre todo a partir de descalificaciones injustas por parte del Marcos hacia la PUNCN y el DN) y, por esa y otras razones, no parece haber posibilidad de articulación a corto plazo, hay que tener presente que, en tanto esfuerzos tendientes al anticapitalismo, de mantenerse la congruencia en los objetivos fundamentales de la lucha, eventualmente se terminara coincidiendo con quienes ahí participan. La urgente movilización por los presos de Oaxaca y de Atenco, incluyendo la reivindicación de Ignacio del Valle como dirigente genuino y arraigado de la lucha social, constituye un eje de coincidencia simbólica en el actual periodo, el impulso de la Nueva Constituyente lo será a mediano y largo plazos.

En fin, el pueblo ha generado suficientes experiencias combativas que hoy nutren los esfuerzos venideros, recuperarlos de manera autocrítica y con visión de futuro es menester indispensable de las fuerzas sociales que se propongan la construcción de la nueva mayoría política que frene a la derecha y edifique una nación justa, democrática, libre y soberana.