lunes, 21 de julio de 2008

Apuntes para una nueva etapa de políticas para jóvenes en la Ciudad de México.


Víctor García Zapata

I
Los trágicos efectos que la redada de la policía del Distrito Federal produjo el 12 de junio en el News Divine, ha vuelto a colocar las discusiones sobre política para los jóvenes en la Ciudad en sitios importantes de la agenda pública, abriendo la posibilidad de desencadenar una nueva y necesaria etapa de políticas para la juventud.

Es, el de la juventud, un ámbito de la acción relevante para el gobierno del Distrito Federal, tanto por las especificidades de un grupo poblacional definido por su rango de edad entre los 14 y los 29 años que según datos del Instituto de la Juventud del D.F. representa el 52% de la población, como por el papel que ha desempeñado la juventud en el proceso de democratización del Distrito Federal y del país en general.

Difícil seria comprender el proceso, aun limitado, de transición democrática de nuestro país si no se toma en cuenta la participación innovadora de formas organizativas y de expresión cada vez mas horizontales y creativas, que los jóvenes han impreso a los movimientos estudiantiles de 1968, 1986 – 87, y 1999 – 2000, a las campañas electorales fundamentalmente de 1988 y 1994, a la formación del Partido de la Revolución Democrática en 1989, al acompañamiento del movimiento zapatísta y la coadyuváncia con el desarrollo de las comunidades autónomas indígenas de Chiapas de 1994 hasta la fecha, a las protestas altermundistas, entre otros procesos políticos que se han venido sucediendo en nuestro país en las ultimas décadas.

Cada vez más, los jóvenes han producido nuevos signos y formas simbólicas de expresión y desarrollo de la sociedad. Se han convertido en el principal actor de inserción de nuevos códigos en sus comunidades y no han dejado de generar expresiones culturales basadas en infinidad de representaciones artísticas, formas de vestir, códigos de lenguaje, entre otras, mediante las cuales buscan hacer valer su identidad y contrarrestar los efectos de la globalización homogeinizante.

Así mismo, han combatido el despojo que las grandes corporaciones, en complicidad con los gobiernos del neoliberalismo, han hecho del espacio público con la organización de conciertos y espacios masivos de convivencia, con la generación de locales y infraestructura autónoma, han generado medios de comunicación alternativos e independientes y, entre otras cosas, han hecho del grafitti una forma de comunicación, de visibilización, de expresión artística y de disputa de las calles cada vez menos públicas.

No en pocas ocasiones esta convicción disidente les ha costado ser reprimidos y acallados por sectores conservadores, quienes sienten que la diversidad juvenil trastoca sus patrones convencionales de lo que debiera ser un joven "emprendedor".

Así pues, se trata de un sector específico de la población que, como tal, reclaman acciones orientadas a su desarrollo integral y completa inserción dentro de la dinámica de las relaciones sociales.
II

Las respuestas gubernamentales a las necesidades de los jóvenes y a su emergencia como sujetos creativos ha estado marcada por altibajos y por la alternancia de distintos enfoques-guías de la acción pública hacia los jóvenes. Si bien han sido desiguales, en general distan mucho de corresponder a sus necesidades y de potencializar su capacidad creativa.
.Entre 1997 y el año 2000 se avanzó en la conceptualización del joven como sujeto creador y para ello se abrió la Dirección de Programas para la Juventud, primera instancia en la ciudad encargada de generar políticas publicas para los jóvenes; se abrieron espacios como el FARO de Oriente, se potencializaron proyectos pre existentes como el Circo Volado; se aprobó la ley de las y los jóvenes que preveía desde entonces la creación del Instituto de la Juventud de la Ciudad de México; se abrieron el Zócalo y otras plazas publicas a conciertos y eventos masivos, bajo la administración de la propia jefatura de gobierno y, entre otras cosas, se promovió la intervención comunitaria de los jóvenes con programas como “Jóvenes por la Ciudad”.
El periodo 2000 – 2006, si bien se abrió la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, lo que constituye un avance innegable en beneficio de la población juvenil, se registró un fuerte retroceso en cuanto a modelos de concebir al joven y los consecuentes programas y políticas. Se priorizó la visón del joven como potencial delincuente y como sujeto de atención asistencialista y con base en ello se diseño y operó el Programa de Atención a Jóvenes en Situación de Riesgo, que constituyó el principal curso de acción en materia juvenil. Se dejaron de impulsar los FAROS y el Circo Volador, se incumplió la ley de las y los jóvenes al disminuir la estructura y la capacidad de cobertura del Instituto de la Juventud del Distrito Federal, y se generó una red de apoyos a jóvenes de bajos recursos, operados por la figura paternalista de “tutores” que, en el mejor de los casos, han servido para paliar necesidades inmediatas de los jóvenes, sin tender a modificar su situación como sujeto social y, en muchos casos, son utilizadas como medio de control social o corporativo.
En lo que va de la actual administración, que asumió funciones en diciembre de 2006, no se ha vislumbrado un cambio significativo con respecto al periodo inmediato anterior. El principal programa del Instituto de la Juventud del D.F. sigue siendo el de Atención a jóvenes en Situación de Riesgo, y, en todo caso se echaron a andar programas que promueven el desarrollo de los jóvenes y su inserción comunitario a partir de promoverlos como prestadores de servicios (campañas de alfabetización, Talento joven) así como programas para fortalecer su continuidad educativa (Jóvenes en impulso).
Si bien no puede negarse que se trata de programas que atienden necesidades reales de la juventud de la ciudad, lo cierto es que, además de insuficientes, parecen estar diseñados con base en enfoques que entienden al joven como sujeto de tutelación, y no como sujeto promotor del cambio social mediante el fortalecimiento de sus capacidades creativas. La única acción gubernamental que parece estar asociada a este último enfoque no la constituye un programa si no un concurso llamado “Creación joven”, cuya realización anual implica varias limitaciones.


III
Las acciones anunciadas por el Gobierno del Distrito Federal para modificar la situación de los jóvenes en la Ciudad, a partir de la tragedia del 12 de junio, son hasta ahora dos y, por mucho, parecen insuficientes.
En primer lugar se anunció la puesta en marcha de un programa tendiente a evitar los riesgos asociados a los espacios y las formas de diversión de los jóvenes, mediante la realización de tardeadas juveniles organizadas por el Gobierno del D.F. y con la vigilancia de comités de padres de familia, sin la venta de alcohol. Se trata, evidentemente, de una medida paternalista que confirma la concepción tutorial que los actuales funcionarios del GDF tienen de los jóvenes.
La otra medida anunciada por el Gobierno del Distrito Federal es un Congreso Juvenil, a realizarse los entre el 8 y 12 de agosto, en el que los jóvenes que se inscriban podrán dar propuestas que serán, según dice la convocatoria, tomadas en cuenta para el diseño de las políticas públicas del GDF hacia la población juvenil.
Se desconoce hasta ahora cual será la composición del denominado “Congreso Juvenil” y cuales será las propuestas que ahí se planteen pero seria deseable que los resolutivos que de ahí surjan sean sometidos después, junto con un diagnostico de la situación de los jóvenes en la Ciudad presentado a la opinión publica por las autoridades capitalinas, a un amplio proceso de consulta que incluya opiniones de especialistas en la materia y de muchos más jóvenes de los que, como individuos u organizados, pueden participar en el Congreso. Lo ideal seria que los procesos de diseño de las políticas públicas para jóvenes queden totalmente desprovistos de motivaciones paliativas, emergentes y demagógicas.
IV

De entrada, lo sucedido en el News Divine evidencia tanto la necesidad de capacitar con perspectiva de tolerancia, diversidad y de respeto a los derechos humanos a los cuerpos policíacos y a todos los funcionarios gubernamentales, de tal manera que se eliminen las practicas discriminatorias no solo hacia los jóvenes si no también hacia las mujeres, los indígenas, las comunidades gays, los indígenas, entre otros.
Así mismo, resulta urgente retomar las discusiones sobre la Ley de Establecimientos Mercantiles en el Distrito Federal de tal manera que en ella puedan diferenciarse legal y fiscalmente los espacios de convivencia juvenil, creados y utilizados por los propios jóvenes del resto de establecimientos mercantiles de la Ciudad.
Este tipo de espacios han sido, incluso a pesar de las limitaciones jurídicas y económicas, la principal muestra de la capacidad creativa y autogestiva de los jóvenes, constituyen la caja de resonancia de sus identidades y propuestas, generan infraestructura para potenciar sus capacidades, y en muchos casos y entre otros aspectos, constituyen un aporte al desarrollo de la comunidad donde se establecen.
En general, mirar en perspectiva el desenvolvimiento de la juventud en la ciudad de México, y en el espacio urbano en general, implica reconocer que gran parte de la creación juvenil, en todos los ámbitos, se ha dado y se seguirá dando lejos de los partidos y de las instituciones gubernamentales, siendo muchas de las veces para expresar desacuerdos con la política convencional, resultaría poco responsable por parte de las autoridades o de los dirigentes de los Partidos pretender acallar estas expresiones o sumar a los jóvenes a sus intereses o a sus filas.
Corresponde, en todo caso, promover una visión de tolerancia, de respeto a las diferencias y de inclusión efectiva, entendiendo que estas discusiones tienen que contemplar no solo a la juventud si no a todos los sectores y que, además de políticas publicas en lo inmediato, tienen que concebir el papel de los jóvenes en la elaboración y puesta en marcha del proyecto de nación que se aspira a construir ante la necesidad de contrarrestar los efectos de exclusión, de pobreza generalizada y de perdida generalizada, provocados por las políticas neoliberales de los últimos 25 años.
En ese sentido tienen que considerarse “como prioridades relativas a la dimensión social del desarrollo, la ampliación del nivel de empleo, para proporcionar ocupación a los que ingresan a los mercados de trabajo, reducir el desempleo y combatir la precariedad del empleo; la mejoría del perfil de distribución del ingreso, sobre todo por medio del aumento del salario mínimo y de una tributación no regresiva; la creciente universalización de la morada propia, de los servicios urbanos esenciales (agua, saneamiento y transporte público) y de los derechos sociales básicos (salud, educación, seguridad social y protección del empleo); el acceso a la cultura; y, el combate a las causas del hambre y de la pobreza extrema, con asistencia social para los excluidos…”
Complementariamente, el reconocimiento del joven como sujeto estratégico y creativo para el desarrollo pleno de la sociedad, desterrando las visiones que lo entienden como potencial delincuente o sujeto de asistencialísmo, requiere al menos, entre otras cosas, de la reelaboración de la Ley de las y los jóvenes de la Ciudad de México para generar un marco jurídico acorde a las necesidades de la juventud de la Ciudad. En ella deben quedar establecidas las líneas generales para la puesta en marcha de políticas que:
1.- Garanticen y promuevan el desarrollo pleno y la autorrealización de los jóvenes, incluyendo la posibilidad de ejercer la disciplina artística, la participación política y social, la relación armónica con el medio ambiente, y la práctica del deporte.
2.- Garanticen el pleno respeto al ejercicio de las identidades contraculturales.
3.- Promuevan la sexualidad informada, el acceso a métodos anticonceptivos, y respeten las decisiones de los jóvenes sobre su propio cuerpo.
4.- Atienda sin criminalizar el consumo de estupefacientes, diferenciándolo juridicaménte de la distribución y el tráfico de drogas.
5.- Diversifiquen en numero y contenido la oferta cultural de la Ciudad, abriendo espacios prioritarios a tradiciones y manifestaciones artísticas subterráneas y a las provenientes de los artistas urbanos, independientes.
6.- Frenen y reviertan las privatizaciones y concesiones de espacios públicos – en este caso hay que revisar el estado guarda la operación que guardan el Zócalo y la Magdalena Mixhuca, para ponerlos al servicio de las y los jóvenes de la Ciudad.
7.- Promuevan la formación de grupos juveniles de acción comunitaria que si bien se desarrollen con seguimiento del Instituto de la Juvenetud del D.F., eliminen toda figura tutorial y paternalista, ampliando el marco de toma de decisiones por parte de los jóvenes sobre sus propios territorios.
Esas son solo algunas cuestiones planteadas de manera más visible y constante, por las organizaciones juveniles En todo caso las autoridades de la Ciudad de México y, en general, deberán considerar que si no se adecuan política y legalmente a las necesidades expresadas por los distintos sectores sociales, difícilmente se construirán verdaderas condiciones de gobernabilidad. De cualquier forma e independientemente de la acción gubernamental, los jóvenes seguirán organizándose y manifestándose de manera autónoma en aras de construir relaciones mucho más dignas y solidarias.

México, D.F. julio 2007.