Springsteen en campaña: saldos de una gira.
Víctor García Zapata
22 de septiembre de 2008
Revista Milenio Semanal
Para Aleira:
"Someday girl I don't know when
we're gonna get to that place
Where we really want to go
and we'll walk in the sun
But till then tramps like us
baby we were born to run"
(B.S)
Tras 23 conciertos en los principales estadios de 13 países del viejo continente, incluyendo sendos “sold out” en el Santiago Bernabeu de Madrid y dos en el Camp Nou de Barcelona, Bruce Springsteen regresó a Estados Unidos para la cerrar la gira de presentación de “Magic”, el álbum numero 22 de su carrera.
Y regresó a su tierra por la puerta grande, pues incluso Nueva York, el territorio más sofisticado y cosmopolita de las barras y las estrellas, se le rindió a los pies a su tradicionalista estilo y a su austera presencia. Llenó tres conciertos a reventar en el Giant Stadium de New Jersey que los ínter nautas de youtube como uno de los mejores de la historia. Bruce vuelve a casa confirmando que, apenas unos años después de que parecía estar irremediablemente confinado a un importante sitio en el Salón de la Fama, sigue siendo todo un fenómeno de la cultura popular estadounidense, cuya relevancia trasciende ámbitos musicales e impacta ámbitos políticos y barreras generacionales.
A punto de cumplir 69 años el próximo 23 de septiembre, parece estar mejor que nunca. Se sabe maduro y plenamente introyectádo en el animo de una buena porción de estadounidenses. Toma los escenarios con la tranquilidad y grandeza emocional para enfrentar cada uno de sus conciertos con la misma o más intensidad que le imprime a cada presentación desde 1973, cuando salio a la luz con su primer disco “Greetings from Asbury Park”. Lo hace con la libertad y el desparpajo de quien sabe que tiene un carisma excepcional y ha desarrollado capacidades inigualables para ejercer como maestro de ceremonia. No por nada Peter Gabriel lo calificó como “el único capaz de acercársele a Otis Redding en la creación de energías excitantes y llenas de sentimiento”.
La gira “Magic” reveló a un Springsteen consolidado como una de las influencias de generaciones musicales próximas y emergentes. No pocos lo ven ya como un veterano confiable y respetable, que a lo largo de su carrera ha demostrado sus fortalezas y debilidades y cuya trayectoria demuestra que la fama no ha diluido sus motivaciones, si no que las ha radicalizado. No por nada alternó durante el “tour” con iconos de nuevas generaciones como Arcade Fire, el grupo revelación del “indie” canadiense, con el punk roquero Jesse Mailin, y con muchos otros que compartieron con el apodado “boss” a manera de rendirle tributo: el rockero Bon Jovi, el músico de folk texáno Alejandro Escovedo y, entre muchos otros, el guitarrista de Rage Against the Machine, Tom Morello, con quien interpretó una potente y desde ya histórica versión de la combativa “Ghost of tom joad”.
Ha sido una gira compleja. Llena de reconocimientos pero también de los estragos inevitables del tiempo, pues si algo marcó el periplo fue la muerte de 4 amigos cercanos. A punto de comenzarla murió Terry Macgovern, amigo y asistente personal de Bruce. Ya en pleno desarrollo murieron su amigo y connotado conductor televisivo Tim Russert, Madame Marie, la lectora de cartas y tarot del malecón de Ausbury Park que se volvió famosa por ser personaje reiterado en canciones de Springsteen. Pero, sin lugar a dudas, la muerte más impactante de todas fue la de Danny Federicci, el histórico tecladísta de la E Street Band, acompañante de Bruce desde que ambos tenían 17 años. Seguro que todos estos decesos le han provocado al “Jefe” fuertes reflexiones sobre su etapa vital y los pasos para dar en el futuro. ¿Le volveremos a ver destrozando el escenario durante tres horas con una energía que hoy solo a el le corresponde?
Por lo pronto, los saldos de la gira confirman la idea de que el Springsteen de los ultimo años está interesado en la búsqueda y recuperación de las esencias, Por eso su repertorio desgrana todos aquellos temas que suenan a rock and roll básico, puro y duro, suyos casi todos y uno que otro apropiado: el Summer time blues de Eddie Cochran, el Devil with a blue dress de Mich Ryder y los Detroit, y la ultra climaxtica twist and shout de Medley y Rusell.
Sin embargo, las raíces musicales son solo complementarias: el Springsteen de estos tiempos es, sobre todo, un veterano ocupado en la recuperación de los códigos más liberales de la identidad estadounidense tras la debacle que la administración Bush le provocó a los códigos constitutivos y constitucionales de Estados Unidos, “Vivimos en medio de una histeria política en la que uno vive aterrado por su familia, por su casa y en la que uno se da cuenta como es que las naciones pueden alejarse tanto de sus ideales democráticos”, declaró a la Rolling Stone en octubre del 2007.
Así que sí antes cantaba a la angustia de los jóvenes y los obreros en una sociedad que pocas opciones les ofrece para desarrollarse, en estos tiempos asume que su papel es cuestionar las raíces de la sociedad para reconstruirla y volver a edificarla. Esa parece ser la trama de “Magic” y, por lo tanto, la orientación que Bruce decidió darle a su cada vez más amplia y reconocida pertinencia social.
“Radio Nowhere”, el primer sencillo del álbum, describe el impulso emocional que lo llevó a componer uno de sus discos más claramente politizados cuando lo delata como el solitario conductor de una estación radial que intenta despertar conciencias en medio de “la más larga noche americana”. Luego, profundiza la crítica denunciando la perdida de derechos humanos y de garantías como el habeas corpus (Living in th future). Describe la tragedia de un pueblo dividido entre el apoyo y el rechazo a la guerra mientras observa a sus jóvenes regresar en un baúl (Gipsy Byker). Lanza retos a la audiencia cuando pregunta ¿Quién será el ultimo en morir por culpa de nuestro error? (Last to die), define la presente etapa de su país como un espejismo en el que los políticos son capaces de hacer ver la realidad como mentira y la mentira como realidad (Magic) y convoca a pensar “que es lo que somos, que es lo que hemos hecho y que es lo que no” (Long walk home).
Si bien ya antes ha protagonizado sucesos políticos entre los que se cuentan su participación en los conciertos “No Nukes” contra el uso de la energía nuclear; su recital en Alemania Oriental en 1988, el mayor en la historia de aquel país, en el que se pronunció por “derribar todas las barreras” provocando, quizás sin saberlo una euforia juvenil contra el muro de Berlín que caería 3 años después, sus permanentes apoyos a Amnistía Internacional y su reiterada solidaridad con las agrupaciones de Veteranos de Guerra, “Magic” y la impresionante gira de presentación parecen ser el punto culminante de una etapa de radicalización sus posiciones políticas que comenzó en 2002.
Fue justo un año después del 11/S, tras más de diez años de sostener una carrera de bajo perfil que auguraba su retiro, cuando irrumpió como un personaje de relevancia nacional para compartir su propia interpretación del trauma de una sociedad que de pronto se vio vulnerable y no muy querida por el resto del mundo y para proponer encausarla hacia lo que llamó el renacimiento (The rising). Después, en 2004, grabó el segundo disco tipo western de su carrera, Devil and dust, que entre otras cosas da cuenta de la confusión de muchos de los soldados que no saben porque es que están en tierras medio – orientales salvando su vida a costa de acabar con la de otros. Subió de tono en 2006 con “We Shall Overcome”: the Seeger Sessions, conformado por 17 canciones de protesta de la historia de Estados Unidos asociadas al histórico cantautor y activita político Pete Seeger. Todas las canciones están versionadas magistralmente con ritmos blueglass, celtas, folkys, countrys y gospel. Amante de los contrastes, desde hace tiempo que acostumbra intercalar producciones comerciales con discos acústicos y personalísimos, para el “Magic” volvió a reunir a la E Street Band y retomó las partes más eléctricas de su estilo, impactando a tanto publicó como para vender un millón de copias en los primeros dos meses y llenar 64 conciertos en todo Estados Unidos y Europa en estadios como el de los Príncipes en Paris, el de los Emiratos en Londres, el San Siro de Milán, entre otros.
Es Bruce en campaña. Lanzó su álbum y salió a la carretera justo a tiempo para influir en la medida de las posibilidades en el proceso electoral en marcha. Ya en 2004 había amenazado con una carrera tan política como musical cuando el 5 de agosto de aquel año escribió en el New York Times: “Los músicos y los artistas del país, tienen un lugar particular en la vida social y política. A través de los años he tratado de entender el significado de ser estadounidense, lo distintivo de nuestra identidad y nuestro papel en el mundo y como asumir ese papel de la mejor manera. He tratado de escribir canciones que hablen de nuestro orgullo de nuestra nacionalidad y de las criticas por nuestra fallas”. Ahora, en plena gira envió una carta a todos sus fans explicando su apoyo al demócrata Barack Obama: “El Senador Obama representa al país que he estado visualizando en mis canciones desde hace 35 años, una nación generosa con sus ciudadanos que enfrentan problemas cada vez más complejos, una nación preocupada por su destino colectivo y por el potencial de su unidad, un lugar donde nadie te aplaste y donde nadie este solo”.
Se trata, sin lugar a dudas, de uno de los apoyos más relevantes que puede recibir el primer afro americano en jugar como candidato a la presidencia de Estados Unidos, Bruce es hoy quien mejor representa los ideales del estadounidenses común y corriente y quien mejor equilibra masividad con el arraigo en la cultura popular, sin embargo no es un apoyo que cubra todos los espectros de la sociedad estadounidense, pues, como pudo constatarse en Nueva York y en casi todos los conciertos de la gira, ni negros ni latinos atienden a sus llamados.
Por más que se ha esforzado en presentar al saxofonista Clarence Clemons, el único negro de la banda, como su miembro más importante, por más que no pocas veces sus composiciones suenan más a soul que a rock and roll, por más que muchos de los personajes de sus canciones son emigrantes latinos, sobre todo los de su primer álbum western “Ghost of tom joad” de 1995, lo cierto es que su publico sigue siendo tan poco diverso como casi exclusivamente anglo sajón. En el caso de América Latina no deja de ser motivo de asombro que tan solo haya formado parte de su itinerario cuando visitó Costa Rica y Buenos Aires en 1988 con la gira “Human Rights Now” organizada por Amnistía Internacional. Solo el sabrá por que su ausencia en este lado del hemisferio, pero es un hecho que le ha restado presencia comercial y capacidad de influencia en segmento electoral hoy tremendamente disputado.
Bruce ha dicho que lo que sigue en su carrera es completar la trilogía de discos tipo western eminentemente acústicos, pero, dado que el apoyo que expresó a Obama lo metió de lleno en la campaña por la presidencia, no seria nada raro que antes de eso aparezca en actos a favor del demócrata de Illinois. La gira de “Magic” demostró que pocos fenómenos quedan en el mundo como el y seguro que esta épica campaña presidencial no podrá dejar de echar mano de su impresionante arrastre. El “Jefe” está de vuelta.
tomjoad13@hotmail.com