jueves, 5 de junio de 2008

Raúl Senk: Cada quien su punk.


Entrevista por: Víctor García Zapata
Revista Generación, numero especial sobre punk, Abril 2008

Durante sus 30 años de existencia el punk ha sido visto como un movimiento colectivo cuyos códigos identitários pueden llamarse contraculturales en tanto que no acepta por completo las reglas convencionales de las relaciones sociales. Se analiza, la mayoría de las veces, a partir del conflicto sistémico, pero pocas veces es estudiado a partir de cada uno de los individuos que lo conforman, individuos que ahí encontraron la redención: “En el punk encontramos, -dice Raúl Senk- la manera de aspirar a una vida más interesante que la que el sistema capitalista nos tenía preparada”.

Raúl es uno de esos personajes mexicanos a los que el punk les significo la opción de vida trascendente, quizás porque no tuvo otra opción: “fuimos punks casi por naturaleza, vivíamos en condiciones tan marginales que casi siempre estábamos confrontados con la policía. Nuestro aspecto no les gustaba, no les gustaba que no reuniéramos en la calle pero ese era el único espacio que teníamos, así que teníamos que defenderlo y defendernos”. La suya, es una de esas vidas que, como su propia voz demuestra a continuación, que se nutren de la constante exploración y de la permanente búsqueda por construirse una vida propia, amparado en lo que a su entender es el punk:

Nací en el 74 en la entrañas de Iztapalapa, hijo de un obrero y de una costurera para quienes la situación económica siempre fue complicada. Siendo adolescentes a mis hermanos y a mí nos tocó convivir con el renombrado fenómeno juvenil de las bandas callejeras: “los panchítos”, “los Mierdas punks”, “los rotos” y los PND (en ingles: el punk no ha muerto), de ahí sacamos el ímpetu contra cultural.

¿Nivel de estudios? Truncados. Llegué a primero de prepa y después he sido completamente autodidacta: primero estudie marxismo clásico, luego el anarquismo de Vacunin, Malatesta y Fabrí que a la postre fue el más influyente. También me gustaban Greil Marcus, los situacionistas, el Mayo francés de 1968 y la historia de los rebeldes mexicanos: Flores Magón, Zapata, Villa y los guerrilleros posteriores: Jaramillo, Cabañas y Genaro Vásquez.

Mi primer colectivo se llamó “Liberación autónoma”. Con ellos participamos en las protestas de 1992 por los 500 años de opresión por la conquista de América. También participábamos en la Radio Pirata que coordinaba Marco Rascón ahí en Insurgente y Reforma. No estábamos de acuerdo con el, pero siempre tuvimos libertad para decir lo que queríamos. Al mismo tiempo trabajábamos en una ocupación de los Panchos Villa en Iztapalápa. Buscábamos espacios de participación en todas partes.

Siempre marchábamos el 2 de octubre recordando la masacre de 1968. Para la marcha de 1993 nos juntamos con otros colectivos que se llamaban Acción Libertaria del Estado de México y Contra lo Establecido de San Bernabé, allá por el Ajusco, entre otros, y decidimos llamarnos Juventud Antiautoritaria Revolucionaria (JAR)

Poco tiempo después fue el levantamiento de los zapatistas. Primero los apoyamos por su ímpetu rebelde, ya después nos dimos cuenta de que tenían un planteamiento autónomo y vimos que podíamos coincidir con ellos en muchos aspectos. Éramos tantos los punks que en la Convención Nacional Democrática de 1994 el sup tuvo que mencionarnos. Fue la primera vez que un movimiento social de alto perfil se fijaba en nosotros.

El inolvidable Mcdonalds

El 8 de noviembre de ese mismo año marchamos como 200 punks para manifestarnos contra la propuesta anti inmigrantes 187, que el Gobernador Pete Wilson impuso en el estado de California. Fue entonces cuando algunos entraron al Mcdonalds de la Zona Rosa a repartir volantes que denunciaban a las empresas que soportaban la propuesta. El pedo fue que a tres o cuatro se les hizo fácil tirar las charolas, romper los cristales y destrozar las maquinas. La gente se asustó, hasta ese entonces el fenómeno de los punks era normal en la periferia pero nuevo en el Centro de la Ciudad. Cuando empezamos a oír las sirenas de las patrullas corrimos hacia Insurgentes y ahí nos trepamos a unos camiones que nos llevaron hasta C.U. Cuando llegamos a la UNAM ya estaban diciendo en el radio que unos vándalos habían atacado el restaurante.

Al día siguiente, en el noticiero 24 horas de Jacobo Zabludovsky sacaron a unos punks que habían detenido horas después de la manifestación. Se veían bien madreados, seguro ya los habían torturado para que declararan. Uno de ellos que apodaban el “brother” dijo que yo les había pagado para que armaran el desmadre. Desde entonces no dormí en mi casa durante un buen tiempo. Tuve que tramitar un amparo, después una amiga que trabajaba en la Delegación Cuauhtémoc me dijo que habían archivado mi caso.

Música y artes marciales: Experiencias vitales

En 1995 formamos el grupo Lucha Autónoma con otros de la JAR. Éramos bien malos, pero a los compas les gustaba el sentido de las canciones. Nos inspirábamos en The Clash, en Sex Pistols, Exploited y UK subs de Inglaterra, Dead Kennedys y Minor Threat de Estados Unidos, IV Reich, de Zaragoza, Narcosis y Leucemias de Perú entre otros. Para mí la música es vitalidad pura, el ser humano siempre ha tenido la necesidad de musicalizar su ambiente. Sorpresivamente muchos punks empezaron a usar playeras del grupo, hasta colectivos de Japón y Alemania nos pidieron que les enviáramos cassettes.

En 1996 nos sumamos a la Huelga del Sindicato de Costureras. Mi madre era una de ellas y pues me tocó apoyarla. En 1998 se realizó el primer encuentro anarkopunk en América Latina, en Uruguay, desde entonces se ha realizado cada dos años en Brasil, México, Argentina y Perú en 2006. Se creó también la Internacional Anarquista. Eso sirvió para promover la discusión política en le movimiento. Poco a poco fuimos superando el punk callejero en el que iniciamos y fuimos teniendo más idea de un horizonte de cambio social.

En 2002 comenzamos a trabajar en la UTA en la Calle de Donceles. Para nosotros tener un local es la forma de potenciar nuestras actividades, generamos infraestructura para un montón de cosas, desde la diversión hasta las actividades culturales y políticas. Es una forma de experimentar autonomía y de crear relaciones productivas. Desde 2006 nos movimos a la Colonia Roma y abrimos el Club Under. Nos interesa estar a la altura de las diferentes necesidades de la lucha social y con estos clubs generamos espacios de convivencia que todavía son escasos para los jóvenes. Poco a poco van surgiendo más, ojala pronto ya no sea tan complicado que los jóvenes tengan sus lugares de encuentro y diversión, donde además puedan experimentar su autonomía.

Muchos nos dicen que las artes marciales son contradictorias al punk, pero yo no lo veo así, las practico desde 1997, empecé por aprender técnicas de defensa personal pero como siempre me ha gustado llegar al fondo de las cosas pues me fui metiendo más y más, luego fui maestro y llegue a tener mi propia academia, pero prefiero dar clases que administrar. Creo que son otro camino más de emancipación y de desarrollo del potencial humano físico y mental. Te hacen ser más congruente y te obligan a dar lo máximo de ti, desarrollan la conciencia y el compromiso con el mundo.

La cárcel y la paternidad: Experiencias extremas

Nos llevaron a la cárcel por una pelea afuera de la UTA. Pensamos que íbamos a salir luego luego pero nos aventaron 4 meses. La neta es que siempre habíamos estado al filo de la navaja, por eso pensé que estaba mentalizado para una experiencia así, pero ya ahí dentro me di cuenta que la maldad human no tiene límites. Me toco estar a lado y en medio de situaciones extremas en la disputa por la comida, por el lugar para dormir y por el control del reclusorio. Algunos todavía conservaban la nobleza y nos ayudaban. Comprobamos que el sistema penitenciario es una mierda y que si no se aplican los ideales al máximo es muy fácil salir loco de ahí. Ceo que resistí, pero ahora soy un poco más pensativo y reflexivo, hubo cosas muy fuertes como ver a mi mama llorando porque no sabíamos cuanto tiempo íbamos a estar ahí adentro, además nos metieron cuando acababa de nacer mi hija.

A los 18 años no se me hubiera ocurrido ser papa y afortunadamente no lo fui hasta hace 3 años, eso me permitió hacer un chingo cosas, pero ahora estoy menos enojado con la vida, en el movimiento he vivido muchas experiencias y lugares que me hacen pensar que vale la pena vivir aunque el mundo este tan jodido. Tener una hija es como un amor platónico, porque la quieres incondicionalmente, y lo mejor es que es un amor correspondido. Mi papel como padre es darle los elementos para entender el mundo y librar las dificultades lo mejor posible. No pretendo que sea punk, el punk da muchas satisfacciones pero también se viven muchas cosas muy duras. Además siempre que los padres imponen algo lo hijo son lo opuesto, de cualquier manera, como es un amor incondicional pues la voy a querer igual aunque le guste la salsa.

Hoy, la apuesta es seguir siendo punks, aunque nuestra forma de entender el movimiento es cada vez menos compartida, Yo creo que ser punk es liberar la mente y aprender a pensar sin ningún tipo de atadura, se trata de ser totalmente autónomos, no de aislarnos del mundo ni de ser hippies comiendo tomates en una montaña, sino de luchar por todos los medios para desestructurar las diferentes formas control mental que el sistema nos impone.