miércoles, 28 de julio de 2010

La "lluvia atípica" y el regreso al "Tunnel of love"



Víctor García Zapata
27 de julio de 2010

Cuando me di cuenta, el disco seguía sonando. El “Tunnel of love” acompañó sin decidirlo todo un fin de semana de clima seudo londinense provocado por la “lluvia atípica” anunciada por el Gobierno del Distrito Federal y, también, por nostalgias acumuladas. Después de cómo 8 vueltas el disco se volvió el objeto mismo de las remembranzas.

El Octavo disco de Bruce Springsteen ha sido uno de esos que aunque casi nunca acaparado la atención, tiene la capacidad de abrazar en momentos puntuales, de ir creciendo al tiempo y de ir revelando sensaciones nuevas a cada etapa.

Recuerdo que lo compré al mismo tiempo que mi primera grabadora de disco compacto. Una Sony de pinta medio galáctica que encontré en algún mall de Oklahoma donde en 1991 vivía mi hermana. La oferta incluía dos discos: Lo elegí junto con el “True love” de Pat Benatar.
No fue lo que me esperaba. Sin gritos ni ritmos a la “Born in the USA” su antecesor inmediato, ofrecía poco para quien a los 13 años no tenía fogueo de las canciones más bien adultas y menos en las relaciones amorosas.

Solo la segunda canción “Tougher tan the rest” me enganchó desde el principio. Gracias a ella el disco no quedó archivado hasta nuevo aviso, si no que pude irlo entendiendo al paso que gané en apreciación musical (aunque en gustos se rompen géneros y muchos dirán que aun no he ganado en eso), al paso que fui entendiendo las claves de la trayectoria discográfica de Springsteen y, sobre todo, al paso que el amigo de un amigo me ha ido contando como se refleja en muchas de las vivencias y sentimientos que describen muchas de las canciones.

No es un disco conceptual, pero su esencia es sumamente clara y directa: Canciones de reflexión en solitario en el mismo lugar donde antes hubo alguien más. Casa que se siente grande y vieja aunque sea chica y nueva. Se trata de un álbum delineado a partir de explorar las diversas sensaciones y reflexiones que un hombre – seguramente él mismo - puede experimentar a partir de trayectorias amorosas, muchas de ellas rotas y frustradas. Por eso no hay triunfos ni juergas pero sí dudas, introspecciones, miedos y angustias.

A diferencia de todos los demás discos de Springsteen este no está contextualizado ni en comunidad de explotados, ni en conflicto político, mucho menos en escenas de degradación y/o insolación colectiva: “Quise escribir un disco sobre lo que siente dejar a una persona y tratar de ser parte de la vida de otra persona. Es algo que da miedo, una sensación que siempre está llena de sombras y dudas tanto como de emociones hermosas”. Dijo en 1988 , justo cuando lo editó.

Se trata de un disco de canciones de amor sin ingenuidad ni ilusiones, se trató, como dice Ignacio Julia: “De considerar todos los aspectos que revolotean alrededor de una relación sentimental. Era ver el amor desde el punto de vista de los enamorados, pero también desde la perspectiva de la muerte de esos sentimientos, de la complejidad que va adquiriendo día a día la vida en pareja” .
Por eso mismo entenderlo era cuestión de tiempo y de vivencias…

Todo el disco suena a lo que dice. Se aseguró, Bruce, de no dejar lugar a dudas. Arreglos lentos, ecos constantes, instrumentaciones tenues. Nunca aparece la banda completa. Los estruendos son provocados por las confesiones, no por el rock and roll al que antes acostumbró.

Empieza juguetón, con un poco de burla: “Tengo la fortuna del cielo en diamantes de oro, una casa llena de Rembrandt´s, propiedades por todo el país, pero sigo siendo el más grande tonto que este mundo ha conocido pues no te tengo a ti” ( Aint got you). No solo detalla un habitual sentimiento de insatisfacción si no una declaración de cómo es que decidió asumir el éxito de su disco anterior “Born in the USA” que colocó 7 de 11 temas en el top ten y vendió más de 17 millones de copias. “Tunnel of love” decepcionó a la disquera y los que esperaban que el de New Jersey se convirtiera en una fábrica de hits grandilocuentes.

La siguiente, “Tougher tan the rest”, es, seguro, una de las canciones que más me ha impresionado a la primera escucha. Contundente en su expresividad: batería firme y persistente, guitarra lenta y cavernosa, armónica chillante y voz angustiada dando vida a un personaje resentido, que anda “en la oscuridad de una carretera” pensando en la mujer a la que se le propone con la resignación de frente: “he aprendido que hay que obtener lo que se puede obtener…así que si estás harta del amor, aquí me tienes, soy más duro que los demás”.

A partir de ahí, una cascada de reflexiones y de inseguridades en las que casi cualquiera ha de encontrarse más de una vez.

El personaje de “All the heaven will allow” logra prescindir de los deseos de morir joven gracias a la felicidad que encontró en la mujer, pero Bill Horton de “Cautios man” es uno más de los personajes de Springsteen que aunque lo intentó nunca logró la redención y terminó por huir de la relación que antes pareció quitarle el miedo a sentir.

Luego. Los padres determinan también la cara que uno ha de poner a las relaciones. En “Walk like a man”. El hijo camina inseguro al altar resintiendo la amargura del padre a quien la vida laborar le arrebató sus mejores pasos pero que nunca dejó de exigirle que se comportase como “todo un hombre”.

A “Two faces” le costó mucho trabajo sobrevivir al skip. Suena tan escalofriante como la esquizofrenia que describe: “A veces me siento iluminado y salvaje, me encanta verla reír pero solo provoca nubes oscuras, dos caras tengo, una que ríe, una que llora, una dice hola otra se despide, una hace cosas que no entiendo, es la mitad de mi mismo. Anoche después de besarte, la otra parte de mi me aseguro que te perdería, que nuestra vida es solo una mentira. Tengo dos caras y no me queda más que intentar”.

El inseguro y obsesivo que no sabe porque la mujer está enamorada de alguien como él aparece en “Brillant disguise”: “Quiero leer tu mente, saber qué piensas cada que me vez… Quiero saber si es a en quien no confío porque estoy completamente seguro que no confío en mí. Nuestra cama está fría, estoy perdido en la oscuridad de nuestro amor. Dios ten piedad del hombre que duda de lo que está seguro”.

“One step up” pone la piel de gallina. La relación se ha desgastado. “la misma triste historia de siempre” chimenea apagada, auto que no enciende y la puerta golpeando después de otra pelea, de “otra batalla en nuestro pequeña y sucia guerra” y la consecuente frustración: “cuando me veo no veo el hombre que quisiera ver…damos un paso adelante y dos atrás”.

La del nombre del disco lo resume todo, escenificandolo en un parque de diversiones. Buena suerte desea el vendedor de boletos con claro dejo de sarcasmo. La diversión empieza cuando solo quedamos “nosotros tres: tu, yo y todo aquello a lo que le tenemos miedo” La competencia se pone de por medio: “hay un espejo en 5D, tú te ríes de mí y yo de ti, es muy fácil perdernos uno al otro en este túnel del amor”.

Los miedos y las frustraciones recorren todo el álbum, definen el ambiente, pero nunca deja de haber un halo de esperanza que se explicita al final. El personaje acelera hasta llegar a casa. Como en casi todo Springsteen, la carretera, en tanto espacio intermedio y abismal, es el lugar privilegiado para clarificar sentimientos y expectativas. Va pensando en los miedos, ninguno es mayor que perderla. El descanso no llega si no de su abrazo a media noche, la certeza de la entrega y la reciprocidad (Valentine´s day).

Hay, quizás, poca sofisticación en “Tunnel of love”, Bruce nunca ha sido tan poético como certero. Pero el disco resulta sanador no porque descubra, si no porque alerta, comprende y acompaña en esa ruta que “Parece fácil – hombre y mujer se conocen y enamoran- pero la casa está atormentada y el camino se pone duro. Tienes que aprender a caminar con lo que no puedes superar para sobrevivir en este túnel del amor”.

Cuando se lo preguntaron, Sprinsgteen dijo que no se trataba de un álbum estrictamente biográfico. Aja, yo ahora digo lo mismo…


27 de julio de 2010.

martes, 27 de julio de 2010

Los Insurgentes: Falta lo que viene.




Víctor García Zapata

Revista Generación "El pulque: Insurrecion fermentada". Julio 2010.

Los Insurgentes es un extraño ejemplar de expendio de pulque que en equipamiento y decoración es ajeno a la coherente sordidez de los tradicionales. No rechaza el carácter subterráneo de una bebida que ha sobrevivido al desprecio convencional, pero tampoco la condena al ostracismo. Por el contrario, se arriesga, sin pretender “posmodernisar lo folk”, a fundir la bebida con los circuitos que desde hace años disputan a los gobiernos locales las posibilidades de transgresión contracultural que esta caótica ciudad puede ofrecer.

Es un riesgo con tufos de urgencia, pues rescatar al pulque mediante un templo apto para su redención implica no menos que salvar la vida de quienes lo construyeron: “O te buscas una alternativa o terminas subsumido”, dice Gustavo, uno de los 4 socios, ninguno de los cuales “somos hijos de Slim”.

Y…ocurrencia no fue: “Cuando tenía 5 años visitaba todo el tiempo a mi abuelo y recuerdo que algún día que estaba bebiendo pulque, lo único para lo que alcanzaba, dijo: “a esto le falta un grado para ser sangre”, desde ahí he generado siempre una reinvindicación de la bebida de los dioses. Se trata de una bebida noble que, sin embargo, estaba olvidada y restringida a las periferias”. “Por sus costos de producción a las cerveceras no les convenía comercializarla, por ello la estigmatizaron”.

Viniendo –y conservando el alma- de colectivos punks, no sorprende que él y otros decidieran abocarse ahora al pulque: “nos correspondía por nuestra historia y por nuestras posibilidades ser el puente entre el pulque y los sectores sociales y los territorios en los que nos hemos movido. Desencadenamos todo un proceso de investigación que nos provocó tanto respeto a la bebida que quisimos dedicarle un lugar digno que, además, plasmara todos nuestros intereses como jóvenes convencidos de la necesidad de espacios para el esparcimiento, para explorar limites, para el arrabal”.

Si se ha vivido en el barrio “el hazlo tu mismo” es consecuencia lógica y no solo teoría surgida de los cubículos de Essex. Se aprende a organizar tocadas, comunas, protestas y desmadres, a vivir. Por eso nunca les pareció cuesta arriba restaurar la casa derruida que ahora los alberga. Desde el primer cimiento hasta la última lámpara, con ayuda siempre de la banda “del barrio, para la que este trabajo ha sido mucho más digno que cualquiera otro de los que se ofrecen”. No por nada el espacio les resultó entrañable incluso antes de inaugurado.

Mucho llevan “Los Insurgentes” aunque les falte escribir más de lo que han logrado. Pero a diferencia de otros sitios, este desde ya busca desencadenar tendencias y tradiciones, rememorarse como constitutivo de imaginarios colectivos, así está pensada la distribución de sus espacios y las posibilidades que brinda para la creatividad y la convergencia de los que espera recibir: desde lo más snob de la intelectualidad condecera hasta los chambeadores de la cuadra que también la han acogido como propia.

Queda el reto del arraigo y del establecimiento de una identidad más allá del vertiginoso ascenso y de la novedad. Pero, cuando no solo se piensa en ganancias resulta más fácil acoplarse y tejer siempre desde abajo con la certeza de que: “Al mundo alternativo hay que dinamizarlo todo el tiempo, hay que buscar los contrastes y nunca perderla inquietud por explorar. Si hubiéramos querido solo un negocio lo último que hacemos es una pulquería. Conjuntár el pulque con espacios alternativos de encuentro nos pareció un reto interesante, todo esto es tan contracultural como el punk del que venimos y aprendimos”.

Los Insurgentes: Expendio de pulques finos. Insurgente 226, col. Roma.

México D.F. junio de 2010